En la primera versión Anthony Quinn (1915-2001) baila dejándonos una huella indescriptible una explosión de sentimientos. Después, a los 84 años, reproduciendo la danza que le consagró en el la cinematografía mundial, es imposible no verse embargado por la ternura y la gratitud. Lo que hace en el escenario es gracia, pasión por la vida y el deseo de retribuir a todo ese público que se ganó. Es muy emocionante pensar en lo efímera que es la vida, en las transformaciones a lo largo de los años.
Vean primero la original de 1964 y después el homenaje que hacen a Anthony Quinn en 1999.
La danza original en 1964, a los 49 años:
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En 1999, a los 84 años:
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