Nem o carnaval antecipado e nem o calor do forte verão foram capazes de superlotar as belas praias da Venezuela, porque o povo está nas ruas protestando. A foto de Dolar Today, ao lado, mostra que nas praias só estão as cruzes dos patriotas e democratas assassinados pela opressora ditadura chavista.
Manifesto
Quiero sumar mi voz a un coro de preocupación que recorre
buena parte de nuestra América.
Miles de estudiantes y opositores al gobierno del
Presidente Nicolás Maduro en Venezuela fueron brutalmente atacados con armas de
fuego por los cuerpos de seguridad.
En ningún país verdaderamente democrático uno va a
prisión o es asesinado por pensar distinto o por querer manifestar su oposición
a las políticas del gobierno. Venezuela puede hacer todos los esfuerzos de
oratoria que desee para vender la idea de que es una verdadera democracia, pero
con cada violación a los derechos humanos que comete niega en la práctica esa
afirmación, porque reprime la crítica y la disidencia.
Todo gobierno que respete los derechos humanos debe
respetar el derecho de su pueblo a manifestarse pacíficamente. El uso de la
violencia es inaceptable. Recordemos la advertencia de Gandhi: “Ojo por ojo y
todo el mundo acabará ciego”.
Siempre he luchado por la democracia y estoy convencido
de que en una democracia, si uno no tiene oposición debe crearla, no reprimirla
y condenarla a un infierno de persecución, que es lo que parece hacer el
gobierno del Presidente Maduro.
Venezuela debe respetar los derechos humanos, sobre todo
los derechos de sus opositores, porque no tiene ningún mérito respetar sólo
los derechos de sus partidarios.
En algún momento de su vida dijo Martin Luther King Jr.
que “…los lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que
en un período de crisis moral mantuvieron su neutralidad. Llega el momento en
que el silencio se convierte en traición”.
Por ello estoy consciente de que al hacer estas
afirmaciones me expongo a todo tipo de críticas de parte del Gobierno
venezolano. Me acusarán de inmiscuirme en asuntos internos, de irrespetar su
soberanía y, casi con certeza, de ser un lacayo del imperio.
Sin duda, soy un lacayo del imperio: del imperio de la
razón, de la cordura, de la compasión y de la libertad. No voy a callarme
cuando se vulneran los derechos humanos.
No voy a callarme cuando la sola existencia de un
gobierno como el de Venezuela es una afrenta a la democracia. No voy a callarme
cuando se pone en jaque la vida de seres humanos, por defender sus derechos
ciudadanos. He vivido lo suficiente para saber que no hay nada peor que tener
miedo a decir la verdad.
________________________________________
Óscar Arias fue presidente de Costa Rica y obtuvo en
1987 el Premio Nobel de la Paz.
CLIQUE em dolartoday.com para ver mais fotos e notícias deste momento.